lunes, 25 de junio de 2012

Kraneia, Ninfa del cerezo.


El renacimiento de los cerezos.

Os presento a Kraneia. Es un ser de mi creación, ha salido de entre mis manos. Fue la participación de este presente año a un concurso de bodypainting. Adjunto el cuento que presenta y explica al personaje ¡Disfrutádlo!






Kraneia siempre era la primera en despertar. Cómo era muy traviesa, siempre despertaba a sus hermanas, el resto de ninfas. Sus hermanas estaban un poco cansadas, pero sabían que en el fondo, su hermana era un alma pura. Un día, después de salir a recoger frutos y leña por el bosque, Kraneia se extravió del grupo siguiendo el rastro de una ardilla. Para cuándo se dio cuenta, se había alejado tanto de sus hermanas que no sabia volver, y empezó a correr llevada por la desesperación, hasta que cayó derrotada por el cansancio.
Al despertar y encontrarse tan sola, la diminuta Kraneia no supo que hacer y deambuló durante todo un día sola, perdida en el bosque, sin nadie que la pudiera ayudar y sin nadie que la acompañara. Con la soledad como única aliada decidió esconderse entre las raíces y el tronco de un árbol para esperar que llegara de nuevo la fría noche y así poder tener cobijo. En lo alto de una colina divisó la silueta de un cerezo, aun seco y de ramas desnudas. Se aproximó y se acurrucó entre sus raíces cuando el sol se apagaba tímidamente por detrás de las montañas lejanas del horizonte. Sin más protección que su propia valentía, Kraneia empezó a sentir que el frío de la noche helaba sus diminutas manos, a lo que decidió acurrucarse más aún al robusto árbol, aprovechando un recoveco que hacía la madera. El árbol, al sentir el calorcillo que desprendía la pequeña ninfa despertó y extrañado por esa inusual visita, le preguntó :
-¿Cómo un ser tan diminuto y bello yace sola y desprotegida a mis pies en una noche tan fría?
-Ohh, robusto cerezo, estaba con mis hermanas en el bosque buscando leña y me separé demasiado de ellas. Ahora no sé cómo volver a casa y tengo mucho frío.
-Un gentil árbol como yo no puede permitir tal desasosiego. Descansa por esta noche niña bonita, que yo te procuraré resguardo. Mira, allí se acerca una buena amiga mía que habita conmigo, ella también te ayudará.
Una graciosa ardilla apareció, un poco desconcertada aun por el frío pues hacía sólo un par de días que despertó de su invernal letargo.
-Pequeña mía – dijo la ardilla al conocer la historia – no te preocupes, sube conmigo y duerme a mi lado, mi cuerpo te dará calor y mañana por la mañana podrás ver mejor desde allí arriba, entre las ramas y así encontrar el camino de vuelta a tu casa
-No sabes cuánto os agradezco tanta hospitalidad y generosidad, gracias por toda vuestra ayuda a ambos.
Cómo era habitual, los primero rayos de sol despertaron a la pequeña Kraneia, que subió rápidamente a la rama más alta para poder así otear el horizonte en busca del camino de vuelta. Emocionada observo como el camino era sencillo, pero en él, distinguió algo que le hizo aún más feliz: sus hermanas, el resto de ninfas la buscaban entre matorrales, arbustos y plantas. La ardilla subió al lado de la pequeña:
- Sentí tanta lástima por tí pequeña, que cuando caíste dormida, el cerezo me explico cómo llegar a tu casa y avisé a tus hermanas de lo triste que estabas sin ellas y vienen a buscarte.
La pequeña ninfa no aguantó más y rompió en llantos de alegría y agradecimiento. Tanto lloró que sus lágrimas derramadas en las ramas de aquel cerezo, hicieron brotar junto a los tímidos rayos de sol de finales de invierno unas diminutas flores, rosas y blancas que vistieron las desnudas ramas de aquel hermoso árbol proporcionándole una belleza inigualable.
Por eso, cada mañana de febrero puedes ver cómo las flores del cerezo brillan con el rocío, ya que son las lágrimas de agradecimiento de Kraneia que las hacen brotar fuertes cada año durante los primeros días de febrero, y las iluminan con el reflejo del sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario