El renacimiento de los cerezos.
Os presento a Kraneia. Es un ser de mi creación, ha salido
de entre mis manos. Fue la participación de este presente año a un concurso de
bodypainting. Adjunto el cuento que presenta y explica al personaje
¡Disfrutádlo!
Kraneia siempre era la primera en despertar. Cómo era muy
traviesa, siempre despertaba a sus hermanas, el resto de ninfas. Sus hermanas
estaban un poco cansadas, pero sabían que en el fondo, su hermana era un alma
pura. Un día, después de salir a recoger frutos y leña por el bosque,
Kraneia se extravió del grupo siguiendo el rastro de una ardilla. Para cuándo
se dio cuenta, se había alejado tanto de sus hermanas que no sabia volver, y
empezó a correr llevada por la desesperación, hasta que cayó derrotada por
el cansancio.
Al despertar y encontrarse tan sola, la diminuta Kraneia no
supo que hacer y deambuló durante todo un día sola, perdida en el bosque, sin
nadie que la pudiera ayudar y sin nadie que la acompañara. Con la soledad como
única aliada decidió esconderse entre las raíces y el tronco de un árbol
para esperar que llegara de nuevo la fría noche y así poder tener cobijo. En
lo alto de una colina divisó la silueta de un cerezo, aun seco y de ramas
desnudas. Se aproximó y se acurrucó entre sus raíces cuando el sol se
apagaba tímidamente por detrás de las montañas lejanas del horizonte. Sin
más protección que su propia valentía, Kraneia empezó a sentir que el frío
de la noche helaba sus diminutas manos, a lo que decidió acurrucarse más aún
al robusto árbol, aprovechando un recoveco que hacía la madera. El árbol, al
sentir el calorcillo que desprendía la pequeña ninfa despertó y extrañado
por esa inusual visita, le preguntó :
-¿Cómo un ser tan diminuto y
bello yace sola y desprotegida a mis pies en una noche tan fría?
-Ohh, robusto cerezo, estaba con
mis hermanas en el bosque buscando leña y me separé demasiado de ellas. Ahora
no sé cómo volver a casa y tengo mucho frío.
-Un gentil árbol como yo no
puede permitir tal desasosiego. Descansa por esta noche niña bonita, que yo te
procuraré resguardo. Mira, allí se acerca una buena amiga mía que habita
conmigo, ella también te ayudará.
Una graciosa ardilla apareció,
un poco desconcertada aun por el frío pues hacía sólo un par de días que
despertó de su invernal letargo.
-Pequeña mía – dijo la ardilla
al conocer la historia – no te preocupes, sube conmigo y duerme a mi lado, mi
cuerpo te dará calor y mañana por la mañana podrás ver mejor desde allí
arriba, entre las ramas y así encontrar el camino de vuelta a tu casa
-No sabes cuánto os agradezco
tanta hospitalidad y generosidad, gracias por toda vuestra ayuda a ambos.
Cómo era habitual, los primero rayos de sol despertaron a
la pequeña Kraneia, que subió rápidamente a la rama más alta para poder
así otear el horizonte en busca del camino de vuelta. Emocionada observo como
el camino era sencillo, pero en él, distinguió algo que le hizo aún más
feliz: sus hermanas, el resto de ninfas la buscaban entre matorrales, arbustos
y plantas. La ardilla subió al lado de la pequeña:
- Sentí tanta lástima por tí
pequeña, que cuando caíste dormida, el cerezo me explico cómo llegar a tu
casa y avisé a tus hermanas de lo triste que estabas sin ellas y vienen a
buscarte.
La pequeña ninfa no aguantó más y rompió en llantos de
alegría y agradecimiento. Tanto lloró que sus lágrimas derramadas en las
ramas de aquel cerezo, hicieron brotar junto a los tímidos rayos de sol de
finales de invierno unas diminutas flores, rosas y blancas que vistieron las
desnudas ramas de aquel hermoso árbol proporcionándole una belleza
inigualable.
Por eso, cada mañana de
febrero puedes ver cómo las flores del cerezo brillan con el rocío, ya que
son las lágrimas de agradecimiento de Kraneia que las hacen brotar fuertes
cada año durante los primeros días de febrero, y las iluminan con el reflejo
del sol.